El para qué tenemos orgasmos, sigue siendo la gran pregunta para los investigadores en sexualidad humana; y en el mundo occidental, estas investigaciones comenzaron en los años veinte del siglo pasado con el descubrimiento de las hormonas sexuales.
Hoy en día seguimos en fase de saber qué es lo que convierte esos segundos en una experiencia totalmente embriagadora.
DURANTE EL ORGASMO SE ACTIVA EL SISTEMA DE RECOMPENSA CEREBRAL, PRODUCIENDO ASÍ UNA EXPLOSIÓN QUÍMICA BRUTAL DONDE NOS HACE QUERER MÁS.
El Origen
Hoy en día el placer sexual es más que una cuestión endocrina; las últimas investigaciones corroboran que depende de influencias sobre el cerebro y el sistema nervioso central. Todo nuestro cuerpo tiene mucho que decir en el momento del éxtasis, por eso está ya muy extendido en la educación sexual y en las terapias sexuales, indicar que el orgasmo está en nuestro cerebro, y no sólo en los genitales.
¿SABIAS QUÉ?
“DURANTE EL ORGASMO DE UNA MUJER, NO HAY NINGUNA AGITACIÓN EMOCIONAL” (G.HOLSTEGE, 2005)
Mente y cerebro
Existen diferencias entre orgasmo del hombre y de la mujer
En un estudio planificado por la Universidad de Groninga, y capitaneado por Gert Holstege, mediante escáner cerebral a hombres y mujeres, se les observó mientras sentían un orgasmo. Observaron que amplias zonas del cerebro de las mujeres tenían mermada su actividad. Algo que no ocurre en el cerebro de los hombres. Es decir, en el orgasmo en hombres, toda el área de recompensa cerebral (donde se produce la hormona de la motivación o de la “felicidad” la Dopamina) estaba muy activo. Los investigadores creen que para sucumbir al orgasmo, los hombres utilizaran fantasías sexuales para llegar al clímax y eso ya produce una activación anticipada en el cerebro.
¿Y qué pasó con las mujeres?
Se les pidió a una docena de mujeres que llegaran al clímax mediante la masturbación de su clítoris. Como anécdota graciosa, los pies fríos de las participantes casi arruinan el estudio. No es lo mismo un sitio cálido y relajante que el frío laboratorio.
Cuando las mujeres llegaron al orgasmo, vislumbraron algo totalmente diferente al orgasmo de los hombres, grandes partes cerebrales tenían una actividad reducida, como al ralentí. Sobre todo la corteza orbito-frontal izquierda (responsable del control de impulsos y del autodominio, apenas presentaba signos de excitación). La dopamina, la sustancia de esa recompensa, producía ese estado de embriaguez del que hablábamos al principio.
Ya lo adelantaron Virginia Johnson y William H. Masters; ya en el año 1966 afirmaron una “ligera obnubilación de la consciencia durante el orgasmo de la mujer”. Por eso desde hace muchos años se explica que la condición principal para que la mujer alcance el clímax es que se encuentre relajada. Para conquistar el orgasmo necesitan las mujeres estar libres de emociones que les interrumpan.
Aun así, hay muchas más semejanzas que diferencias entre los sexos. Y Pere Estupinyà, en su libro de investigación S=EX2, (2013) lo corroboraba con los científicos a los que entrevistó. «En cuanto a instinto y emociones somos diferentes por la biología, y en cuanto a comportamientos más sofisticados lo somos por la cultura».
“La petit mort”
El dato: “Un orgasmo dura aproximadamente entre 5 y 12 segundos. En el orgasmo de la mujer aparecen de 3 a 15 contracciones del músculo pélvico y vaginal (puboccocígeo) con un intervalo de 0,8 segundos. En el hombre aparecen contracciones musculares involuntarias en la región pélvica. En ambos sexos las pupilas se dilatan y aumenta la presión sanguínea»
La ciencia del orgasmo
Ya sabemos que para alcanzar el clímax se necesita un cóctel de neurotransmisores tales como la dopamina, la noradrenalina y serotonina. Y sin un sistema neural sano, muchas veces aparece la disfunción orgásmica tanto en hombres como en mujeres. Es lo que se llama Anorgasmia. Antes de hacer cualquier tipo de tratamiento, es imprescindible descartar problemas orgánicos y fisiológicos.
¿Qué dicen los científicos para qué nos sirve tener un orgasmo?
La duda que tiene a los científicos en vilo, radica en la historia evolutiva del ser humano: el hombre al llegar al clímax, eyacula semen, que con las contracciones pélvicas, sale en estampida hacia la salida; por lo que guarda relación con la reproducción. Pero ¿qué pasa en la mujer?
Aún no se ponen de acuerdo.
El ser humano tiene afán de saber y todo lo tiene que explicar. Hoy en día, sabemos que practicar sexo no implica siempre reproducirse. ¿Y si simplemente la naturaleza nos ha dado única y exclusivamente esta experiencia a los seres humanos para sentir placer?
Parece ser que no les convence esta teoría. Necesitamos saber el porqué y el para qué.
- Según la teoría de la “aspiración ascendente” propuesta por Robin Baker y Mark Bellis, de la Universidad de Manchester, el orgasmo de la mujer se produce porque las contracciones rítmicas, conducirían el semen hacia la matriz, para facilitar la fecundación.
- Otros investigadores piensan que sería una forma de reforzar la unión en la pareja: gracias a la experiencia del orgasmo, se producen sensaciones de bienestar tanto para el hombre como para la mujer, por lo que intensifica las ganas de volverlo a repetir. Esto se produce por la hormona oxitocina, que los profesionales la llamamos “la hormona del amor”. Mucho se ha especulado sobre ello, ya que si el placer ha sido mutuo, se crea un vínculo entre los sexos, que tiene como finalidad la conservación de la especie.
Y mientras tanto, de lo que sí podemos corroborar, es que un orgasmo tiene múltiples beneficios para la salud:
- Produce un gran bienestar físico: es un analgésico natural. Reduce el dolor de cabeza y los dolores menstruales. Así que, antes de iros a las pastillas, ¡tened un orgasmo!
- Nos produce alivio y nos hace sentir fenomenal; además, reduce el estrés por lo que nos ayuda a nuestra salud psicológica.
- Es un gran somnífero, ayudándonos a conciliar el sueño.
- Y sobre todo, si nos ha gustado mucho, tendremos más ganas de practicarlo una y otra vez.
Es por ello, que es necesario educar en educación sexual desde la infancia para que vivan la experiencia desde el placer y no desde el miedo. Para dejar de perpetuar toda una serie de tabúes y mitos que nos hacen vivir nuestra sexualidad y nuestros orgasmos con culpa, pudiendo experimentarlos con total libertad y alegría.